Al Sevilla se le queda corto el punto, tras una primera hora de juego inmensa en la que tuvo al Atlético a su merced. Sólo faltó el gol para poner en suerte un choque que a los puntos tuvo claro color local.
La primera hora del Sevilla fue un gustazo que mereció mejor suerte.
Sergio Rico fue un espectador más y el Atético, sobre todo en la primera mitad,
apenas cruzó la divisoria. El Sevilla, mostrando esa cara competitiva e intensa
que le hace jugar incluso más allá de sus posibilidades. Los colchoneros se
vieron superados en todas las facetas del juego. Banega, colosal, ejerció un
magisterio de fútbol inteligente. Y si el gol no llegó antes del descanso fue
porque el Atlético en los metros finales exige mucho e incluso contra las
cuerdas ofrece una encomiable resistencia. Carlos Bacca lo intentó con varios
disparos peligrosos desde fuera, también a balón parado buscó el tanto el
equipo de Unai y sobre todo Vicente Iborra, otro que estuvo majestuoso, fue
quien tuvo el partido, cuando se quedó solo, asisitdo genialmente por Banega,
ante Moyá y definió al palo.
Lejos de decaer, el Sevilla salió con la misma virulencia en la
reanudación. La potencia del equipo nervionense desbordaba al Atlético, que
sólo podía frenar a los locales a base de juego duro, castigado con tarjetas
amarillas, más bien naranjas, sobre todo un codazo de Mario Suárez cuando Aleix
Vidal enfilaba el área. Arribas, tuvo el gol en su cabeza al bote de un córner,
pero Moyá apareció en el momento clave. Simeone, viendo como el Sevilla
aplanaba a los suyos, reaccionó sacando a Torres y Koke, con el fin de poner
más mordiente y obligar al Sevilla a ser más prudente. Pero Unai contestó con
un doble cambio que era toda una declaración de intenciones, sacando a Mbia y a
Reyes por Arribas, con un pleno aplauso de Nervión, y Coke. Era el todo por el
todo y pese a que la energía mermaba daba gusto como el Sevilla peleaba cada
lance del choque. Torres pudo aguar la fiesta, pero desperdició un error de
Krychowiak, que sin embargo se rehizo bien y posteriormente recibió el cariño
de la grada.
El partido entró en su curso final con las fuerzas más equilibradas,
porque el descomunal esfuerzo del Sevilla lógicamente pasaba factura. Pero el
sacrificio de los sevillistas era tremendo y hasta el final del choque
amenazaron a la porteria de Moyá,
faltando sólo una chispa de frescura para acertar en ese último pase que se
resistió casi siempre o en ese remate, como por ejemplo los de Vitolo, que se
iban a las nubes. Con esa estampa pitó el final Clos Gómez, con el Sevilla
encimando a los colchoneros. Y el Sánchez Pizjuán, aunque no contento,
estalló en aplausos, reconociendo el inmenso partido que brindó el Sevilla. La
primera hora de juego de los hombres de Unai, mereció algo más, pero aunque no
hubiera premio, sin duda ése siempre es el camino.
Redactado por Camilo Fernandez
Redactado por Camilo Fernandez
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