Partido loco en el Camp Nou. Ambos equipos salían con dos formaciones que reflejaban que el partido no iba a ser para nada aburrido. Y así fue. La primera parte empezó muy bien para el equipo azulgrana. Parecía que el gol iba a llegar sí o sí. Hasta que lo hizo primero el Villarreal. Tras media hora de dominio culé, Denis Cheryshev (jugador que pertenece al Madrid) adelantó al Villarreal poniendo la bota en un tiro desviado de Mario Gaspar.
El partido era parecido al del Celta, dos equipos ofensivos, dominio del Barça, pero el conjunto visitante se adelantaba y al Barça se le hacía imposible marcar. Todo siguió igual hasta el minuto 45, cuando Neymar aprovechó un rechace demasiado centrado de Asenjo para anotar el gol de la igualada. Decimocuarto gol del brasileño que parece otro respecto la pasada temporada. Los culés volvíamos a respirar un poco más tranquilos.
El segundo tiempo empezó como el primero. El Barcelona iba a por el gol, y el Villarreal buscaba las contras, y en una de esas, con error en el control de Piqué incluido, Vietto marcó a pase de Giovanni Dos Santos. Era el minuto 50, dos más tarde Rafinha se encontró el balón en el área rival y lo reventó contra la red. El barcelonismo volvía a volver a respirar. Y en el 54 apareció la "pulga". Frontal del área, pierna derecha, golazo con la supuesta pierna "mala". A partir de ahí, partido totalmente loco. Ocasiones para los dos, incluso un gol bien anulado al submarino amarillo por fuera de juego de Víctor Ruiz.
Octava victoria consecutiva del Barça que sigue en un buen estado de forma. Cabe destacar el gran partido de un Rafinha, que entró en el once por Rakitic, y la sequía goleadora de cuatro partidos de Luís Suárez. El uruguayo tuvo dos remates a boca de gol que se fueron por poco. Pese a la falta de gol los 60.005 espectadores presentes en el estadio (comienzan a ser preocupantes los bajos registros de asistencia) ayer reconocieron su esfuerzo y le ovacionaron cuando salió del campo para dar entrada a Pedro Rodríguez. Pese a eso, se vio al uruguayo frustrado en el banquillo por no corresponder con goles el aprecio de la gente.
Este gran partido, como dijo Luís Enrique, ha servido para abrirle los ojos a mucha gente que ya veía al Barça en la final de Copa.
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