Redactado por Camilo Fernandez
No era fácil jugar este partido después de caer
eliminado en la Copa el pasado jueves. Más fea se puso la cosa cuando el
Espanyol se adelantó después de aprovechar una mala acción defensiva local, que
acabó en penalti, todo ello precedido, en la jugada anterior, de una ocasión
clarísima de Arribas... De un posible 1-0 a el 0-1 en menos de un minute. Pero el Sevilla estuvo fuerte y no se
deshizo, le puso corazón (o como diría la afición “huevos”) a un choque que
había que jugar con sangre y también con cabeza. Banega tomó el mando y Aspas
acaparó todo el peligro.
El equipo, con muchas rotaciones con respecto al
jueves, sacó lo mejor de sí cuando peor pintaba el panorama. Un disparo lejano
de Diogo puso las tablas y poco después Vitolo remachó una sensacional acción
de Vidal y Aspas que levantaba a cualquiera del asiento. El Sevilla estaba
fino, especialmente Aspas, al que solo le faltaba el gol, si bien es cierto que
pudo haberlo logrado antes del descanso si Casilla no saca su remate que se
colaba a la red con una mano fuera del área, que provocó la expulsión del meta ''periquito''. Al descanso, el Sevilla, con uno más y muy superior, parecía
tener encarrilado el choque.
En la segunda mitad, con uno más, el Sevilla
continuó haciendo daño, muy suelto, con un juego eléctrico. Aspas e Iborra se
estrellaron con la madera. El partido era un gustazo, hasta que a menos de
quince minutos del final un disparo desde fuera del área de Víctor Sánchez
igualó el partido. Palo duro, después de haber perdonado tanto, mazazo en toda
regla... Unai reaccionó rápido sacando a Denis y Bacca. El Sevilla sacó los
dientes, las garras y hasta los colmillos con ansiedad porque temía perder un
triunfo encarrilado, pero con mucha determinación. El premio llegó en el
89’, con el equipo volcado, para quien más lo mereció. Bacca le puso un pase espléndido a Iago, que con un remate cruzado marcaba y desataba la euforia en
el Ramón Sánchez Pizjuán. El gallego, que estuvo en todas, perfeccionaba un sublime
partido individual, pero sobre todo un triunfo que devuelve la esperanza a
Nervión.
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