Redactado por Camilo Fernandez
Hay muchas formas de perder y el Sevilla, como campeón que es, lo hizo como los grandes, sobreponiéndose a los desgraciados golpes que le propinó un partido en el que comenzó intimidando y que acabó perdiendo ante un Madrid que se aprovechó de una superioridad numérica de nueve minutos en la primera mitad, por una hemorragia de Krychowiak. Con el partido muy cuesta arriba, el equipo se sobrepuso y lucho con raza al Madrid hasta el final sin la suerte que mereció
No siempre gana quien hace más méritos. El fútbol tiene un lado cruel, muy desagradable, que esta noche le tocó sufrir al Sevilla. Al final, lo que vale es lo que indica el marcador. Pero eso no quita para que las cosas se cuenten como son. El Sevilla cayó con orgullo, dando la cara en unas circunstancias más dificiles para derrumbarse, algo que indudablemente tiene mucho mérito. Y sobre todo el Sevilla cayó siendo mejor, con una primera media hora brillante, metiendo miedo al Madrid, con un Reyes soberbio, buscándo las cosquillas continuamente con ese último pase alucinante que desquicia a los rivales. Sólo la falta de punteria para definir lo mucho que se generaba impedía un resultado favorable. Pero entonces llegó la jugada clave del partido. A la media hora chocan brutalmente Krychowiak con Sergio Ramos. El polaco se retira con una hemorragia que no se corta. Y el Madrid se aprovecha de su superioridad numérica, sobre todo en un primer gol que llega por la banda derecha local, desnuda por la presión de Vidal en el centro. El Madrid no pudo rentabilizar mejor los nueve minutos en los que jugó con uno más. Dos goles y desconcierto absoluto en un Sevilla que quedó por instantes mermado.
Pero este Sevilla tiene mucha madera, su pasta es de
campeón y los campeones no se rinden nunca. Y no lo hizo. Mbia y Bacca tuvieron
el 1-2, pero el tanto de la esperanza acabaría llegando justo antes del
descanso, con un penalti de Ramos sobre Vidal que transformó Bacca. 1-2 y a
pelear en la segunda mitad. Ése era el plan y con esas salió el Sevilla, con
unos primeros diez minutos intensos, embotellando a los merengues a base de
saques de esquina e intententándolo desde fuera. Sin embargo, cuando el empate
parecía cercano, Cristiano Ronaldo dio un nuevo aguijonazo, esta vez once
contra once, y dejó el partido al filo de lo imposible con veinte minutos por
delante.
Emery sacó a Iborra y a Gameiro buscando reactivar al equipo.
Y el Sevilla lo volvió a hacer. Una rápida salida de Aleix Vidal, apoyándose
con Denis, que también había entrado desde el banquillo, acabó con el catalán
asistiendo atrás para que Iborra, una vez más, hiciese el 2-3 llegando desde la
segunda línea. De nuevo el Sevilla se metía en el partido, y lo hacía de lleno,
achicando al Madrid, que paraba los arreones como buenamente podía. La igualada
se intentó de todas las formas, se rozó por instantes con varias jugadas
embarulladas que quedaron en nada por muy poco, pero si este partido no había
sido el del Sevilla hasta ese momento y no lo iba a ser en el tramo final. Hubo
épica, pero el premio se acabó resistiendo. Cero reproches a el partido del
equipo hispalense que metió ganas hasta el final.
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