Los 'reds' se dejaron empatar en los últimos minutos ante el modesto Ludogorets y perdieron la oportunidad de dejar todo más fácil para enfrentar al FC Basel en Anfield en la última jornada de la fase de grupos de esta UEFA Champions League.
El Liverpool llegaba tras una racha de tres derrotas consecutivas en liga y Champions y con la necesidad de ganar para tenerlo todo más fácil de cara a la última jornada. Rodgers revoluciono el once y dio entrada a Kolo Touré, para liderar la defensa 'red', Lucas Leiva y Henderson, con el fin de dar mayor solidez a un flojo mediocampo. Las cosas no empezaron muy bien para los de Brendan Rodgers, quienes vieron como una vez más, tenían que remar contra corriente. Dani Abalo coloco por delante al Ludogorets en un error imperdonable de Mignolet, quien esta cuajando una temporada la cual esta propagando rumores sobre una posible salida de Anfield por parte del portero belga. (los 'reds' parece que estan rastreando el mercado en busca de un nuevo portero).
Sin embargo, tan solo seis minutos despues, en el 9', Rickie Lambert (quien esta aprovechando las oportunidades que le brindan las lesiones de Balotelli y Sturridge) empato el partido. Al minuto 38', Sterling realizo una gran jugada personal y mando un servició para Henderson, quien hizo el esfuerzo para correr hasta el área y solamente tuvo que empujarla.
El Ludogorets encerró al Liverpool todo el partido, los 'reds' tiraron poco a portería y tuvieron poca posesión de balón. El partido se fue así al descanso, tras el cual se esperaba que el Liverpool saliera a marcar más goles y asegurara el partido. Pero fue todo lo contrario. Se mantuvo la tónica de la primera mitad, un Liverpool muy pobre y un Ludogorets que rozaba el gol en ocasiones, aunque el Liverpool tuvo una oportunidad clarísima cerca del final y no la aprovecharon. Una vez más, como contra el Crystal Palace, lo pagarían con la moneda del dolor.
De esta manera, el Liverpool tiene dos opciones, ganar o ganar en Anfield contra un Basel que ya ha demostrado ser un hueso duro de roer, aunque fuera de casa han perdido sus dos partidos. El Liverpool prolonga su crisis y Brendan Rodgers empieza a estar en peligro. Ningún jugador rinde como el año pasado, ni los fichajes han podido funcionar y el culpable es el entrenador norirlandés.
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